De luces y sombras

A la 13:35 cruzaba Vicuña Mackena con Alameda, rumbo al tradicional punto de encuentro. La Farmacia Ahumada que está en una esquina de Plaza Italia.

Las piernas me temblaban un poco sobre los inhabituales tacos , Iba a encontarme con un ser que llenó mi vida de luces y sombras. Con un Idolo de Oro que se transformo en fantasma...

Lo vi avanzar hacia mí, creo que en estos meses ha envejecido un poco. Me sentí segura, el corazón aún seguía en su sitio... tenía el control de la situación.

Besé fríamente su mejilla. Saludos protocolares... En el Prosit un par de néctar de duraznos, un sándwich de Ave para él y yo un Italiano, como en los viejos tiempos ... hablamos de la vida de los males del cuerpo y del alma, de los amigos que tuvimos en común, de las familias. Era un típico reencuentro... de dos viejos amigos

Luego hablamos de lo que sucedió. Le conté de las lágrimas que derramé por él, de la decepción... del odio que cierto momento sentí... Fui honesta, pero mesurada, nada de escenas o llantos... críticas ni súplicas, esas probablemente esperaba.

El orgullo hace débil al hombre. Creo que al verme tan segura se sintió vulnerado e intentó recordarme lo importante que había sido en mi vida, pasó su mano por mi pelo y rozó suavemente mi cuello. Mantuve el control, de verdad, ni una hormona se movió de su sitio, sin sobre reaccionar alejé su mano y lo miré a los ojos... enrojeció no sé si de rabia o de vergüenza, se descolocó....

Me dio pena, mis ansias de venganza se diluyeron... guardé silencio y observe su rostro enrojecido y su mirada esquiva... es sólo otro cobarde más en esta ciudad... Me levante de la mesa y me despedí.

Anaís: Buenas tardes que estés bien.... debo volver a la oficina. Fue grato sanear un poco las relaciones, después de todo nos seguiremos topando por la vida.
Fco: Si. Hace bien hablar, aunque me cueste. Te extrañaba, después de todo éramos amigos también.
Anaís: si fuimos amigos, ahora cada cual por su camino y sin malas ondas. Ya todo esta conversado.
Fco: Me gustaría que nos volvamos a encontrar.
Anaís. Frecuentamos los mismos espacios, tenemos amigos en común. Más de alguna vez nos encontraremos.
Fco: Puedo llamarte...?
Anaís: No hay Problema.

Manteniendo las distancias, puse una mano en su hombro y besé parcamente su mejilla. Adiós.
Ya en el taxi, sufrí un lapsus de incontinencia lagrimal y una avalancha de recuerdos.
Hartos viajes a muchos lugares, noches de sexo y ternura, un montón pizzas y de néctar de duraznos compartidos. Un par de marchas y protestas de la mano. Conversaciones eternas para arreglar el mundo, muchos castillos de arenas que nunca terminaron de construirse. Bueno, es el único hombre que me ha dicho que me ama y a quién se lo he creído, tiene su espacio en mi memoria.

Como resumen, me quedo con la sensación de haber cerrado adecuadamente una puerta que lleva a un hermoso pero dañado pasado. A un pasado tan lleno de Luces y Sombras...